F1: VETTEL GANÓ EL GP DE

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A Sebastian Vettel no le queda más que firmar el diploma para convertirse en el doble campeón del mundo más joven de la historia. Su victoria de ayer en Singapur, la tercera consecutiva y novena de la temporada, sacó a Fernando Alonso de las matemáticas y dejó al alemán a la espera de pasar por Japón a modo de trámite. Le bastará un punto para hacerse con la corona en la próxima carrera, siempre y cuando Button la gane. Si el inglés no lo hace, en Red Bull podrán celebrar, pase lo que pase, un Campeonato holgadísimo, conseguido por aplastamiento de los rivales, de la mano de un coche casi perfecto y de un piloto al que no se le recuerda un error grave en todo el curso. El «chico de oro» del equipo alado dominó en Marina Bay de cabo a rabo. Desde la salida hasta el banderazo sin ceder la primera posición en ninguna de sus tres pasadas por el garaje para el relevo de neumáticos. Le faltó la vuelta rápida (Button) para la carrera perfecta.

Otra vez, como tantas este año, el alemán puso asfalto de por medio desde que el semáforo dio vía libre. Se alejó de la batalla y dejó al resto peleándose por los dos escalones sobrantes del podio. Vettel lo ha tenido todo esta temporada. Su coche es tan superior, le ha puesto las cosas tan a favor, que a menudo se olvida que él también es muy bueno. Desde su debut mediado 2007 (un GP sustituyendo a Kubica en BMW y al final del año en Toro Rosso) hasta 2011 ha cumplido todas las etapas que se piden para que un piloto alcance la madurez: marcar la diferencia en un equipo pequeño (Monza 2008, con Toro Rosso), dar la talla cuando el coche acompaña (Red Bull 2009), agarrar al vuelo un título que busca dueño (Abu Dabi 2010) y arrasar si la máquina es claramente superior, como esta temporada.

Huido desde la primera curva, inalcanzable para los mortales, ni siquiera le inquietó el coche de seguridad, que ordenó el reagrupamiento mediado el Gran Premio. Se aprovechó de que entre él y Button habían quedado tres doblados para pisar a fondo y volver a escaparse sin conceder opciones a nadie.

Solamente al final el empeño de Button por darle caza y unos neumáticos moribundos en el Red Bull pusieron algo de emoción a la carrera, sin que el inglés llegase a inquietar verdaderamente al gran protagonista de la temporada. Asumido que Vettel ganaría la carrera desde que en ocho vueltas había acumulado 9,9 segundos de ventaja, la batalla por detrás se desató con el podio como objetivo común.

Fernando Alonso redondeó otra salida de ensueño. Pasó del quinto al tercero en una pista con muy pocos metros hasta la primera curva. Fue el último que frenó antes de la primera curva y se aprovechó por el exterior de la batalla que libraban Webber y Hamilton en el otro costado. Los adelantó y comenzó a enlazar los primeros giros a ritmo de podio. Aguantó la presión del australiano sin poder él acercarse a Button, segundo.

Al asturiano fue al primero que le fallaron los neumáticos superblandos del arranque y lo pagó cediendo su preciada tercera plaza al segundo coche de Red Bull. Se fue al garaje y aprovechó que tres vueltas más tarde decayeron las gomas del resto para recuperar un lugar que le daba el podio. Ahí se mantuvo el asturiano, luchando contra coches más rápidos que el suyo, hasta que mediada la carrera apareció el coche de seguridad, un fijo en las cuatro noches de Fórmula 1 que se han corrido en Singapur.

Fue por un accidente absurdo de Schumacher, que midió mal a la hora de adelantar al mexicano Sergio Pérez. Los 18 segundos que tenía de ventaja el líder Vettel se quedaron en nada. Para él no fue un problema, pero sí para Fernando Alonso, que perdió el ritmo y se encontró con que Webber le pisaba los talones después de poner neumáticos frescos. Se reanudó la carrera, y el australiano tocó a rebato. Por sorpresa, aprovechó que Alonso estaba atrapado entre doblados para quitarle el lugar que cerraba el cajón. Y no iba a dejar que el de Ferrari le recuperase la posición por segunda vez en el día. Aceleró a fondo y puso tierra de por medio, de modo que las preocupaciones de Alonso dejaron de consistir en atacar el podio y sí en conservar la cuarta posición.

Venía por detrás Lewis Hamilton en plan amenazante. No se había encontrado con el español desde que le superó en la salida. El de McLaren había firmado una carrera muy de su estilo. Al inicio cayó hasta el octavo puesto. Se enfrascó en una batalla él solo contra el mundo y empezó a coleccionar adelantamientos e incidentes. Golpeó a Massa y le arruinó la carrera, pero también rompió su alerón delantero. Volvió al garaje y más tarde le castigaron a pasar por el callejón. Cayó al fondo del pelotón y realizó una remontada vertiginosa.

Después de cinco paradas llegó hasta la quinta plaza, pero ya no pudo inquietar a Fernando Alonso. Con Vettel colgándose el laurel, al Mundial le queda ahora una bonita lucha abierta por el subcampeonato entre Button, Alonso, Webber y Hamilton.

Ine.es

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