PEÑAROL FESTEJÓ SUS 120 AÑOS EN EL ESTADIO CENTENARIO

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Peñarol nunca vivió algo así, más allá de sus tardes y noches de gloria puntuales, como las del viejo Puerto Sajonia y hoy Defensores del Chaco; el también ya antiguo Chamartín y ahora Santiago Bernabeu; o el para siempre venerable Estadio Nacional de Santiago, donde el "a lo Peñarol", se acuñó en la fragua ardiente de las más increíbles y milagrosas hazañas.

Todos juntos ahí, en la cancha. El "Ñato" Ghiggia. El "Nando" Morena. El "Indio" Olivera. El "Tito" Goncalves. Eduardo Pereyra. El "Profe" Bencoechea. El "Tony" Pacheco. El "Boniato" Forlán. Y tantos y tantos. Ahí abajo, y también arriba, en el cielo, participando y, por qué no, como le pasó al recio "Indio": lagrimeando.

Todos símbolos. Codo a codo. De cara a la hinchada. Para la gente, al fin de cuentas, fue demasiado. Tanto que cuando entraron a la cancha los ídolos actuales, el aplauso hasta pareció tenue, exhausto.

Es que Peñarol nunca vivió algó así; menos en un cumpleaños. Con el embrujo de todas las épocas, mezclándose como lo hicieron los rayos láser con las emotivas imágenes en blanco y negro proyectándose en pantallas gigantes. Con la solemnidad del toque de clarín haciendo ensanchar las venas casi hasta reventar, mientras la enseña de la "patria manya" era izada al fondo de un reflector blanco en la cima de la torre de los homenajes.

¿Cuántos volvieron a tener en la imaginación al viejo que ya no está, como cuando eran botijas, agarrándolos de la mano?

¿Cuántos niños y muchachos vieron por primera vez los goles que les contaron los abuelos y los padres?

¿Cuántos veteranos que vieron todo lo que se vivió ayer, lo hicieron alguna vez en medio de la hinchada?

Los goles a River. A Benfica. A Real Madrid. Al Cobreloa. al Aston Villa. ¡Al América de Cali! Nunca había sido así. Es que los tiempos cambian. La tecnología da una mano. Por eso Peñarol festejó su cumpleaños, en la que pudo ser la noche de su nueva reencarnación, si acaso.

Por algo, aparte de los nombres de los cracks más queridos y "cantados", los de los ahora ya más anónimos Rotundo, Saralegui, De Souza y Trasante, fueron de los que encendieron más aplausos.

No en balde el viejo himno le canta a sus "hombres tesoneros y pujantes". Como la de anoche, Peñarol es una reencarnación: histórica, del señero CURCC y el cuadro del pueblo que hace correr por sus venas amarillas y negras la sangre que le bombea el alma.

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